domingo, 15 de noviembre de 2009

Adiós India, hola Nepal

Sí, después de más de un mes, dejamos India. Orchha, Khajuraho, Varanasi. Estas tres fueron las últimas tres ciudades que visitamos, incluyendo en medio otra parada técnica en España vía Moscú. Gran país el ruso, o al menos su aeropuerto (todo lo que nos dejaron pisar), donde nadie habla inglés, todo está indicado únicamente en ruso y sólo aceptan rublos. Eso sí, puedes comprarte una bolsa de patatas fritas con Visa.

En fin, volviendo a nuestros tres últimos descubrimientos indios, Orchha y Khajuraho no lo fueron mucho. La primera nos dejó un templo magnífico muy muy destruido por dentro por el tiempo y la segunda, las clásicas imágenes por la que es famosa: esculturas talladas en piedra que representan el Kamasutra. Por lo demás poca cosa, una camisa hecha medida… de otra persona, y unos bichos negros voladores y, a juzgar por la cantidad, híper fértiles.


Templo de Orchha


Polvos que representan a cada dios con los que se pintan el bindi


Esculturas templos de Khajuraho


Rumbo a Varanasi en categoría sleeper

Pero llegamos a Varanasi, que contra todo pronóstico, advertencias de amigos y leyendas, nos gustó mucho. El Ganges será el río más contaminado de la Tierra, o tiene que estar cerca de serlo, pero el paseo por los Ghats, los ritos funerarios, el descanso del acoso indio, el paisaje infinito del río sagrado y la decadencia de la ciudad, hicieron que Varanasi nos encantara. Y lograra que al irnos de India, nos invadiera un dejo de pena.


Río Ganges


Uno de los ghats principales de Varanasi


Vida diaria en los ghats


Ceremonia nocturna en un ghat


Por las calles de Varanasi

Con un buen recuerdo del país de Gandhi, y dejando la moral en un autobús infinito, cruzamos a pie la frontera hacia Nepal.

Noche en un pueblo fronterizo con lo que los pueblos fronterizos tienen, nada, y al día siguiente rumbo a nuestro primer destino nepalí, Lumbini. Lumbini sería un pueblo perdido si no fuera porque allí nació Siddharta Gautama, Buda. En definitiva Buda es a Lumbini lo que Dalí a Figueres. Pero volviendo al tema, allí además de ver la piedra sobre la que nació Buda mientras su madre se agarraba a un árbol de sal, se pueden encontrar una representación de los templos budistas del mundo y una (porque hay más) “pagoda de la paz mundial”.


Bruno dándole la vuelta a la rueda de oraciones


Pagoda de la Paz Mundial de Lumbini

Con esto visto, y con algunas picaduras de los macro mosquitos que allí viven, nos tomamos un bus local a la capital, Katmandú. El viaje para el olvido, pero la ciudad es realmente para el recuerdo. La zona de Thamel, los nepalíes que no saben molestar, la arquitectura newar de la Plaza Durbar, los eternos paseos por las calles, los templos en cada esquina, las stupas escondidas entre callejones, los mo:mos (la comida típica de Nepal, que nos son más que unas empanadillas iguales al dim-sum), la gente que no deja de sonreír, los cruasanes, porque acá hay cruasanes, el calor del mediodía (porque por la mañana y por la noche hace muuucho frío), las mantas gordas de la cama y el Himalaya, que intuimos pero que no terminamos de ver, hicieron de Katmandú una ciudad para quedarse 5 días.


Bus de Lumbini a Katmandú


Stupa en un patio entre las calles de Katmandú


Templo de Krishna rodeado de un mercado


Marta en Katmandú


Plaza Durbar


La plaza durbar desde el templo que da nombre a la ciudad

Entremedias mini viajes a dos pueblos cercanos. El primero Bodhnath, la zona en donde se concentran los exiliados tibetanos y en donde se puede encontrar la stupa más grande del mundo. Al caer la tarde, la comunidad comienza a dar vueltas alrededor de ella, y el día en que fuimos nosotros había además acto por la libertad del Tíbet, que coincidía con el cumple del Dalai Lama. El segundo pueblo Patan, que como pueblo no lo vimos mucho, pero tiene una Plaza Durbar increíble. Mucho más espectacular que la de Katmandú.


La stupa de Bodhnath, la más grande del mundo


Tibetanos orando mientras rodean la stupa en el sentido de las agujas del reloj


Bruno en Patan


Plaza Durbar de Patan

Y de Katmandú a nuestro destino actual, Bhaktapur. Pero eso ya es otra historia.

Beso grande,
Bruno y Marta.

1 comentario:

  1. Todos los que os leemos viajamos un poquito con vosotros y esperamos impacientes la siguiente entrega.

    Besos mil

    Rubia

    ResponderEliminar